Planta primaveral que nace de la misteriosa dureza de un bulbo. Su exquisito perfume embruja a los jóvenes enamorados, razón por la cual los oportunistas las venden a los gritos en las esquinas de Buenos Aires.
(Advertencia: la magia de las fresias dura sólo un instante. La flor viene, perfuma y se retira. Un suspiro de placer.)
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